EL ENEMIGO INTERIOR
Mar
Zeraus
Todos los días seguía con curiosidad los movimientos de la joven. Él sentado
en su sofá tenía una ventana abierta a todos los salones de las casas que se le
antojasen. La miraba con un deseo morboso. Se trataba de un hombre entrado en
años, medio calvo, de carnes flojas.
La forma de entrar era a través de la mirilla de
las webcams. Muy joven se aficionó a
la piratería, era un hacker sexual,
solo le interesaba saber cómo se movían en braguitas esas jóvenes de carnes
prietas. La joven que se sentía observada decidió ponerle cinta adhesiva y
tapar la webcam. Garfio no soportó
tremendo desplante y por primera vez salió de casa para espiar in situ a su víctima.
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