miércoles, 21 de mayo de 2014

NO SÉ QUIÉN SOY, por Rosa García Calleja

NO SÉ QUIÉN SOY
Rosa García Calleja

Los días soleados no me gustan. Prefiero que llueva y que haga mal tiempo, así la gente no sale a pasear por el campo. Estoy cansada de escuchar a los niños preguntar:
—Mamá, ¿eso qué es?  ¿Un melocotón o una ciruela?
Lo cierto es que ni yo sé quién soy.
Supongo que soy una fruta demediada, es lo que tiene nacer nectarina.
Mis amigas, la fresa, la pera y la manzana me dicen que no me preocupe, que busque lo bueno de ser dual, pero yo las envidio, debe ser relajante tener una personalidad bien definida como ellas. Yo necesito ser como los demás, de veras que lo necesito.
Mi vida se ha convertido en una pesadilla.
Llevo varios días vigilando el suelo. Estamos en tiempo de polinización y la tierra se va alfombrando con una especie pelusilla; si yo pudiera caer y revolcarme en ella podría tener la piel tan aterciopelada como el melocotón. Siempre he deseado ser uno.
Me balanceo con fuerza, a ver si tengo suerte y caigo. A lo lejos veo una familia que se va acercando, no quiero escucharlos de nuevo, seguro que los niños se paran ante este árbol, siempre lo hacen y  solo para preguntar que qué fruta soy. Estoy harta. Oigo un crujido. ¡Qué bien! La rama que me sostiene parece que se vence. Cuando apenas faltan unos metros para que lleguen, se rompe del todo  y desciendo en caída libre. ¡Qué divertido! Qué sensación tan placentera, me da cosquillas en el estómago. Está tan mullido que al topar con el suelo apenas me hago daño. Doy vueltas con alegría y toda mi piel se cubre de una fina capa de vello.
La familia ya está muy cerca,  entonces escucho pletórica de felicidad cómo el niño dice:
—Mira, mamá, se ha caído un melocotón.

Rosa García Calleja. Nacida en Barcelona. Psicóloga y funcionaria de Ayuntamiento. Me han publicado varios relatos en seis libros de antologías. Ganadora de concurso “Más cuentos que Calleja”, finalista en el concurso organizado por Latin Heritage Foundation, ganadora de uno de los premios del concurso “el relato más corto del verano”, finalista en el Premio Internacional de narrativa femenina Bovarismos. 

lunes, 12 de mayo de 2014

HEMISFERIOS, por Anamaría Trillo

HEMISFERIOS
Anamaría Trillo

Como todo el mundo tengo el cerebro demediado. Dos hemisferios dictan mis actos, algunos plenamente diestros y otros, absolutamente siniestros.
Mi hemisferio diestro rige mi manejo de los cubiertos en la mesa, la fuerza y precisión con la que coloco la bola en mis amistosos de tenis, el trazo de mis letras y la virtud o demérito de mis palabras. 
Mi hemisferio siniestro es diferente. No hace nada a derechas. Se pasa las horas trazando planes para estropear cualquier esfuerzo de mi lado diestro. Mi mitad siniestra es quien me pide que me relaje; que respire hondo y cuente hasta diez; que no pierda el tiempo con lo que me roba la calma; que mire más al cielo y menos a mi ombligo. Es indolente, pero simpática pues nunca actúa por mal. Cuando estropea lo que mi parte diestra ha hecho con tanto esfuerzo, en realidad, solo busca hacerla reír... pero mi parte diestra no se ríe jamás.
Mi parte diestra siempre hace lo correcto; mi siniestra hace lo que le da la gana. Una noche, apenas iluminada por un viejo flexo, con un bolígrafo en mi diestra, la siniestra sujetaba el papel en blanco. La siniestra se reía y echaba en cara a mi diestra que, sin su trabajo al sujetar el folio, sus trazos resultarían de un surrealismo picassiano.
Mi diestra no sabía cómo empezar a escribir. La risa no estaba en sus planes. Cuando mi siniestra se levantó del papel con la intención de acariciar el dorso de mi diestra, esta se rebeló y muy diestramente, clavó el boli sobre su mitad demediada.
Cuando la sangre rodó por mi mano y tiñó el blanco del papel, supe que el folio no se llenaría nunca, se había detenido la inspiración... pero nunca llegué a saber qué parte de mí hizo lo diestro y cuál lo siniestro.

Anamaría Trillo. Licenciada en Periodismo, editora y escritora. Apasionada de la lectura y la escritura, cultiva la novela, el relato corto y pequeñas incursiones en el mundo de la poesía. En 2014, ha participado con otros autores en Nueva carta sobre el comercio de libros de la editorial Playa de Ákaba. Es autora del libro de relatos El faro de Umssola y otros cuentos subterráneos. 

jueves, 8 de mayo de 2014

EL ÁNGEL DEMEDIADO, por Elena Martínez Royo

EL ÁNGEL DEMEDIADO
Elena Martínez Royo

Crono se había enfrentado nuevamente a su hijo Zeus. La lucha en el Olimpo desencadenó truenos, que rompieron el silencio de la noche y rayos, que iluminaron el oscuro cielo. Helios, montado en su carro, condujo por el océano que circundaba la tierra, para que con la llegada del sol, dejaran de pelear.
Lucas, el viejo jardinero, se dirigió al laberinto para hacer desaparecer los efectos de la tormenta. Sabía que cuando el sol se escondiera, los enamorados aparecerían. Se convertiría en un lugar mágico, lleno de amor y promesas. Barrió las hojas esparcidas por encrucijadas y caminos, que conducían a una plaza en cuyo centro un imponente ángel de piedra lo dominaba todo. Cortó setos y limpió bancos escondidos estratégicamente, para que los amantes encontraran la buscada intimidad.
Al llegar a la plaza y ver lo que había ocurrido, exclamó:
—¡Un rayo ha demediado al ángel!
A partir de ese día los enamorados buscaron la magia en otro lugar y dejaron paso a seres que esparcían tristeza por sus calles.
Al ver lo ocurrido Helios apeló a Afrodita para restaurar el orden establecido por los Dioses.
Lucas, como cada mañana, se dirigió al laberinto. Los setos habían crecido tanto que cubrían sus calles. Resignado, cogió las tijeras de podar. Durante semanas trabajó abriendo caminos. Su sorpresa fue mayúscula cuando al llegar a la plaza descubrió que el ángel ya no estaba demediado.
Sentada en un banco, una pareja se daba besos apasionados. Sus suspiros se entremezclaban con los de otros enamorados. La magia había vuelto.


Elena Martínez Royo. Diplomada en Criminología y aficionada a la lectura. Algunos de mis relatos han sido publicados y, en la actualidad, me estoy enfrentando al reto de mi primera novela. 

EL MONSTRUO, por María Carmen Crespo

EL MONSTRUO
María Carmen Crespo

La voz airada de la madre cortó en seco la alegría del niño.
—Mejor no hablamos de tu padre—le dijo.
A él no se le ocurrió nada más que decir. En su mente se fue desdibujando la partida de pim-pón que había ganado a su padre, y cómo le había elevado por los aires hasta la rama de un árbol: ¡Campeón!
—Bueno, estamos juntos. Olvídate de tu madre —solía decirle él.
La imagen de su madre esperándole a la salida del cole con la merienda, su amplia sonrisa y el patinete se quebró como un espejo golpeado por una piedra.
Por eso muchas veces se ponía a llorar y cuando le preguntaban qué le ocurría, no podía explicarlo. No entendía nada. Lo que a él le gustaba contar sus padres no lo querían saber y solo le preguntaban, cuando volvía con cada uno de ellos, qué había comido, si le habían bañado y otras tonterías.
¿Cómo podría con sus cinco añitos explicar que se sentía demediado y que le faltaba una parte de sí diferente, según estuviera con su padre o con su madre? ¿Si eran mayores por qué no entendían que necesitaba hablar de lo bien que se lo pasaba, estuviera con quien estuviera?  El recordar esos momentos le hacía sentirse de nuevo feliz y el no hablar de ellos le asustaba como si el recuerdo se transformara en un monstruo, que se escondía dentro del armario. El niño tenía miedo de que algún día, ese monstruo saliera para obligarle a estar callado para siempre.
                                                                      
María Carmen Crespo. Ha publicado cuentos Lucía y las espadas de fuego, El apagón y en El enemigo interior de Playa de Akaba participó con Avatar. Su reciente novela ha sido enviada a concurso.

¿DEMEDIADO, YO?, por Patricia Martín Rivas

¿DEMEDIADO, YO?
Patricia Martín Rivas

—¡Ya no te soporto más! —le gritó, cuasi histriónica—. Eres un carca, un cascarrabias, un… un… ¡yo qué sé! Estás completamente demediado. Eso es: ¡demediado, demediado, demediado!
—¿Demediado, yo? ¡Demediada tu madre!
Portazo.
«Demediado, me dice, ¡demediado! Pero ¿cómo se atreve? Ella sí que está demediada, ea, ella sí que sí.»
Y se hiela en la calle porque va en pantalón corto y no ha cogido ni chaqueta ni jersey —que no es que haga frío frío, pero el entretiempo cala en los huesos y los mordisquea— y se sienta en un banco y camina y corre a ratos —a ratitos— da vueltas a la manzana y se bebe una cerveza por la calle y se acurruca en una esquina de la biblioteca —una esquina exterior, ajena a los diccionarios— y el dichoso demediado le come, le reconcome, le carcome.
«Demediado, yo. Buah.»
Y va cayendo el sol —tarde, porque ya se ha realizado el cambio de hora en vistas al verano— y el cielo ya rosea y las nubes se pintan de colores amarillentos y la gente sigue paseando —la ciudad no muere: estamos en Madrid— y los gritos de los muchachos arruinan el ocaso y lo visten de violento violeta y la suciedad se arremolina en las calles después de un duro día desperdiciado —otra vez— y los bares guardan o jóvenes que encaran la noche venidera o viejos que susurran a los vasos; viejos demediados.
—Demediado, me dice la tipa. Demediado, ni más ni menos. Y me cierra la puerta en las narices, gritándome: «¡Demediado, demediado!». Pero ¿acaso tengo yo cara de demediado?
—¿Qué significa eso?
—¿Qué eso?
—Eso de demiado, dimadido o lo que sea.
—¿Demediado?
—Sí, eso.
—Y qué sé yo.


Patricia Martín Rivas. Nacida en 1986 en Madrid y licenciada en Traducción e Interpretación y en Comunicación Audiovisual. Ha residido en París, California y Lima. Gran interés por las artes, especialmente la literatura y la pintura. Ganadora del primer premio del I Certamen de relato corto del concurso Marramblas y Farraguas con La gran revolución de las gallinas, en 2009, y del primer premio del I Certamen de escritura rápida del concurso Marramblas y Farraguas con El riesgo de no arriesgar, en 2011. Está escribiendo su tercera novela y publicó hace unos meses la segunda, Verde sobre naranja, en Amazon.