EL
ÁNGEL CAÍDO
Quela Font
Verla en aquel centro comercial, aunque fuera de
lejos, fue el detonante. ¡Click! Fue fácil llegar a ella. Sabía lo que le
gustaba, la conocía bien. A la vista de las posibilidades que le descubría
Facebook se pregunto porqué había tardado tanto tiempo en unirse.
Allí estaba, con
esa sonrisa falsa que antes tanto le había fascinado… crear un personaje para
ella fue un juego de niños. Seguía creyéndose infalible, omnipotente, tan
segura de sí… ¡cómo la odiaba! El tiempo no cura las heridas, solo las
anestesia.
Pero su día por
fin había llegado. El factor sorpresa era primordial: ella no esperaba
encontrarle convertido en mujer. Sabía que llevaba toda la vida preparándose
para este momento. A pesar del tratamiento hormonal seguía teniendo la fuerza
de un hombre. Nada podía salir mal esta vez, solo quedaba esperar, unos minutos
más y todo habría acabado.
Había sido una
sorpresa que accediera a quedar en un lugar tan apartado, la estatua del Ángel
Caído a esas horas estaba desierta, llevaba meses paseando por allí y
observando el ir y venir de gente. Sería fácil dirigirla hasta los senderos que
se adentran en la zona boscosa del parque.
Se giró
satisfecha hacia la estatua, observando su cuerpo contorsionado e intuyendo su
grito mudo. No les vio llegar, ni siquiera fue consciente de la oscuridad que
lo envolvió todo y para siempre.
—¿Seguro que
está muerta?
—Espera que lo
compruebe, tú vigila que no se acerque nadie por la cuesta.
—¡Vámonos! Estoy
viendo el reflejo de esos estúpidos collares brillantes que ahora les ponen a
los perros.
—Está muerta.
Una lesbiana menos, nunca me cansaré de repetirlo, eres un cebo maravilloso,
cariño.
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