LA
HORCA
Juan
Oliver Martínez
«Ahora eran auténticas obras maestras de carpintería y
mecánica...»
El vizconde demediado, Italo Calvino
Ni el doctor podía hacer nada; nadie
podía aliviar el sufrimiento de aquel al que no se le rompía el cuello en el
acto tras soltar la palanca y caer en peso muerto, y agonizaba asfixiándose, orinándose
en los pantalones hasta el último suspiro. Ajusticiados por el Marqués y a la
vez juez del marquesado por orden y poderes del Rey.
Este, desde que falleció su
tan amada y bella esposa, intentando quitarse la vida tirándose de la torre, logró
más amargura, quedar mutilado y convertirse en un juez muy cruel, se decía por
las villas.
Pero Harry no había hecho
nada, ni cometido delito y aún y con eso juzgado y condenado a la horca. Ahora
eran auténticas obras maestras de carpintería y de mecánica.
El Doctor Obreyn, para
evitar a toda costa que su buen amigo, y tan amado Harry muriera al día
siguiente, pues suerte conocedor de todo tipo de pócimas y trucos con los que
se podía ver a escondidas con si apreciado y deseado condenado, en las que
dejaban fluir sus pasiones.
Este sobornó al verdugo para
que utilizara una cuerda ideada por él.
El doctor no durmió en toda
la noche, tenía que procurar que el sacerdote proporcionara al condenado un
elixir que hiciera que le dieran por muerto.
Llegó el alba y acudió el
sacerdote, tras él los soldados quienes le acompañaron a la horca.
Apenas había gente en la
plaza, el marqués estaba ausente. El verdugo cumplió su deber...
Juan
Oliver Martínez. Amante
de la Historia, del Arte, y de ambas disciplinas en lo que se denomina Historia
del Arte, de vocación tardía. Desde temprana edad me han enseñado a paladear un
buen libro, aun de familia humilde; estudié Derecho, pasé por los Juzgados y en
la actualidad una enfermedad pulmonar grave me tiene retirado de la
circulación.
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