AMOR ETERNO
Ángel
Silvelo
En este
momento imagino que solo estoy un poco... vacío. Facebook me prometió amor
eterno, y Twitter una relación duradera pero sin compromisos por su parte. Yo
accedí, porque no quería pasar más tiempo en el anonimato. Relaciones adultas
de usar y tirar, ese era el trato. A pesar de todo, en ellos me confesé, e
incluso me dejé compartir. Todo por nada, ¿recuerdas?, me decía mi conciencia
cada vez que me veía ninguneado por la ingratitud de las gentes que acampaban
por las redes sociales, y sin embargo..., dejé que mis sueños se desmoronaran
por la laxitud de un simple toque de dedo pulgar.
Mi socio
también se hartó de mí, y me dejó abandonado en un banco de una gran avenida. En
ese fatídico momento, pensé que no había fianza posible que me salvara de mi
fatídica condena. Me dejó recostado sobre un banco, seguro de que nadie vendría
a rescatarme. Es verdad, solo soy un libro mal escrito por unas manos más
preocupadas en pasar a la eternidad que en escribir bien. Sin embargo, el BookCrossing al que fui sometido, ha
hecho que alguien me haya acogido entre sus brazos y me esté dando una nueva
forma, y una nueva vida a los personajes que albergo. Mi dueño actual tiene
grandes planes para mí. Ya no soy un perro sin collar, perdón, un libro sin
autor, pues ahora han pensado en llevarme a una editorial, por lo que he oído,
una especie de albergue para los libros, donde nos leen con atención antes de
salir del anonimato. Intuyo que Facebook y Twitter a él le seguirán obviando,
pero no a mí, que esta vez inundaré las redes sociales con un nombre y
apellidos distintos, pues a nadie se le ocurrió registrarme ni jurarme amor
eterno.
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