viernes, 14 de marzo de 2014

PRIVADA, por Miguel Hernández García

PRIVADA
Miguel Hernández García

«Usted es un problema que no tengo que resolver. Pero el problema está ahí.»
Philip Marlowe a Terry Lennox. Capítulo 2 de El largo adiós de Raymond Chandler.
(Frase modificada levemente para este relato).

No puedo decir que sea uno de tantos, porque en realidad no hay tantos. Yo, que me metí en este trabajo pensando que era un negocio boyante, me encuentro con que, como en todos, el listón de la competencia suele estar más alto que el de la dignidad. Así que aquí me tiene otra tarde más, contoneándome desnuda y maniatada por su tosca mirada en este metro cuadrado que ha convertido en mi prisión.
Por las mañanas, cuando vago libre de su vigilancia, pienso que él es un problema que no tengo que resolver, pero el problema está ahí. Ya se lo he comunicado a quien podía hacer algo, y prefiere no actuar ante uno de sus más beneficiosos clientes.
La única respuesta es dar carta de naturaleza a sus comportamientos, justificándolos bajo un manto de sadismo permisible. Sin embargo, estoy harta de complementarlo con este masoquismo que nació fingido y ha terminado por crecer real. Cuando me preguntan no me deja contestar, con lo que ha conseguido que sea exclusivamente suya.
Mientras me planteo cuánto puedo seguir con esto ya se ha conectado automáticamente, y noto cómo me perfora a través de la ínfima lente de mi webcam.

—Hola cariño. Claro que estoy sola para ti. ¿Dónde quieres los golpes hoy?

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