A V A T A R
Maricarmen
Crespo
«Pedir ayuda no resulta fácil,…sobre todo cuando la
culpa es toda tuya.»
El Largo adiós, Raymond Chandler
—Mañana te
iré a ver.
Desde mi
silla de inválida había viajado por lugares insospechados, con mi avatar de
piernas ágiles y larguísimas, y conocido en second life personajes
estupendos.
Pero
Allegro no era uno más.
—Mañana
te iré a ver—me repetía—, pero solo aquella vez, hacía dos meses, nos vimos
fuera de la pantalla.
Desde
aquel día lo esperaba cada tarde, atenta al más ligero ruido que me alertara de
su presencia. Si hubiera podido, hubiera ido mil veces a la ventana para intentar
ver su figura alta y deportiva acercarse desde el principio de la calle.
«Hoy es
el día», me decía sonriendo y mirándome en el espejo, mientras arreglaba el flequillo
pelirrojo que adornaba mi rostro pecoso de adolescente, o retocaba el ligero carmín
naranja. Sin embargo la noche se cernía como un enemigo vil, y Allegro no llegaba.
Estaba
resentida y me negaba a entrar en el mundo virtual, pero lo hice dispuesta a
despedirme de él para siempre, a decirle todo aquello que mi corazón sentía.
Eres mentiroso y ruin. Sí, eso le diría. Alimentas mi ansia para luego
abandonarme. Estaba decidida, destruiría mi avatar y nunca más nos volveríamos
a ver, pero no le encontré.
Lo había
perdido… ahora ni siquiera lo tenía en mi second life. Hacía dos semanas
que no había hecho ninguna entrada o… quizás había cambiado de nombre, de aspecto.
Eso era el fin.
—¡Hola,
soy Brisa! Quiero morir…
El mundo
que se abría ahora ante ella, era diferente. En aquellas páginas reinaba la
desesperación y la apatía. Necesitaba alguien fuera de esa trampa pero «pedir
ayuda no resulta fácil,… sobre todo cuando la culpa es toda tuya».
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