martes, 15 de abril de 2014

LA NARANJA, por Gema Martínez Egido

LA NARANJA
Gema Martínez Egido

Silvia no tarda en levantarse de la cama y desperezarse, lo hace como todos los días para ir a trabajar en la clínica veterinaria. Lleva tres días intentando averiguar la causa por la que la tortuga Josefina no quiere comer.
            Cada mañana, por rutina, desayuna un café exprés sin azúcar, una tostada bien crujiente con mermelada de albaricoque y se exprime media naranja. La otra mitad se la reserva para su demediada pareja, su chico Mateo, que llega a casa cuando ella hace solo unos minutos que se ha ido. Esa mañana no necesita elegir la naranja porque es la última del frutero. Presenta un aspecto algo arrugado, deforme, sin casi vida. Al abrirla con el cuchillo de sierra, comprueba que está pálida, aunque sin darle mucha importancia, la exprime con energía y saborea su ácido sabor.
            Antes de irse, con cariño y delicadeza, sujeta la otra mitad de su naranja y cuando intenta guardarla en la nevera, el gato Roco se enreda entre sus pies, la hace caer y la naranja entra directa al cubo de la fregona. «No es normal», se dice. «Esto es una señal».
            Y lo es, porque Mateo no volverá a casa, no volverá al trabajo, no volverá a la vida. Ha permanecido malherido hasta desangrarse en el pasadizo del parque, cerca del portal de su piso. Está allí desde que un atracador le clavó la primeriza navaja para robarle su mochila, donde guardaba los cinco euros que reservaba para comprar, antes de llegar a casa, una bolsa nueva de naranjas.


Gema Martínez Egido. Soy de Madrid, del barrio del Carabanchel. Mi afición a la escritura surgió hace un año cuando me apunté a un taller de la biblioteca de mi barrio, donde he conocido a gente estupenda. Y lo que más me gusta es descubrir escritores nuevos que no conozco y tener montones de obras pendientes por leer; me hacen sentir que me queda mucho por aprender y que me acompañarán en mi vida. Me encanta la fotografía, afición que heredé de mi padre. Me permite mostrar una visión de la realidad a mi forma, porque me gustan los detalles de los edificios, calles y personas...

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