EL MONSTRUO
María
Carmen Crespo
La voz airada de la madre cortó en seco la alegría del
niño.
—Mejor no hablamos de tu
padre—le dijo.
A él no se le ocurrió
nada más que decir. En su mente se fue desdibujando la partida de pim-pón que
había ganado a su padre, y cómo le había elevado por los aires hasta la rama de
un árbol: ¡Campeón!
—Bueno, estamos juntos.
Olvídate de tu madre —solía decirle él.
La imagen de su madre
esperándole a la salida del cole con la merienda, su amplia sonrisa y el
patinete se quebró como un espejo golpeado por una piedra.
Por eso muchas veces se
ponía a llorar y cuando le preguntaban qué le ocurría, no podía explicarlo. No
entendía nada. Lo que a él le gustaba contar sus padres no lo querían saber y
solo le preguntaban, cuando volvía con cada uno de ellos, qué había comido, si
le habían bañado y otras tonterías.
¿Cómo podría con sus
cinco añitos explicar que se sentía demediado y que le faltaba una parte de sí
diferente, según estuviera con su padre o con su madre? ¿Si eran mayores por
qué no entendían que necesitaba hablar de lo bien que se lo pasaba, estuviera
con quien estuviera? El recordar esos
momentos le hacía sentirse de nuevo feliz y el no hablar de ellos le asustaba
como si el recuerdo se transformara en un monstruo, que se escondía dentro del
armario. El niño tenía miedo de que algún día, ese monstruo saliera para
obligarle a estar callado para siempre.
María Carmen Crespo. Ha publicado cuentos Lucía y las espadas de fuego, El
apagón y en El enemigo interior de Playa de Akaba participó con
Avatar. Su reciente novela ha sido
enviada a concurso.
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