EL ÁNGEL DEMEDIADO
Elena Martínez Royo
Crono se había
enfrentado nuevamente a su hijo Zeus. La lucha en el Olimpo desencadenó
truenos, que rompieron el silencio de la noche y rayos, que iluminaron el
oscuro cielo. Helios, montado en su carro, condujo por el océano que circundaba
la tierra, para que con la llegada del sol, dejaran de pelear.
Lucas,
el viejo jardinero, se dirigió al laberinto para hacer desaparecer los efectos
de la tormenta. Sabía que cuando el sol se escondiera, los enamorados
aparecerían. Se convertiría en un lugar mágico, lleno de amor y promesas. Barrió
las hojas esparcidas por encrucijadas y caminos, que conducían a una plaza en
cuyo centro un imponente ángel de piedra lo dominaba todo. Cortó setos y limpió
bancos escondidos estratégicamente, para que los amantes encontraran la buscada
intimidad.
Al
llegar a la plaza y ver lo que había ocurrido, exclamó:
—¡Un
rayo ha demediado al ángel!
A
partir de ese día los enamorados buscaron la magia en otro lugar y dejaron paso
a seres que esparcían tristeza por sus calles.
Al
ver lo ocurrido Helios apeló a Afrodita para restaurar el orden establecido por
los Dioses.
Lucas,
como cada mañana, se dirigió al laberinto. Los setos habían crecido tanto que cubrían
sus calles. Resignado, cogió las tijeras de podar. Durante semanas trabajó
abriendo caminos. Su sorpresa fue mayúscula cuando al llegar a la plaza
descubrió que el ángel ya no estaba demediado.
Sentada
en un banco, una pareja se daba besos apasionados. Sus suspiros se
entremezclaban con los de otros enamorados. La magia había vuelto.
Elena Martínez Royo. Diplomada en Criminología y aficionada a la
lectura. Algunos de mis relatos han sido publicados y, en la actualidad, me
estoy enfrentando al reto de mi primera novela.
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