La puerta del despacho se abrió de golpe y se cerró con tal
estrépito que temblaron los cimientos del Congreso
-          ¡Bellaco! ¡Felón!. ¡No te parapetes tras el
sillón, Sancho,  que te de hacer
picadillo! ¡Voto a rus!
-          ¡Cálmate Alonso!.- gritó Sancho mientras se
movía alrededor de la mesa del despacho- Sosiégate, que nada malo he hecho.
-         ¡Que 
no,  malnacido!. Has comprometido
nuestro voto – le increpó el enjuto Alonso mientras le agarraba de las solapas
del traje- ¿Eres ingenuo o corto de entendederas Sancho?, o … ¡Oh , no! ¿qué te
han ofrecido?
-         Bueno, yo… La Presidencia de la Empresa Pública
de Transporte.
-         -¿Otra ínsula necio?- Alonso, apenado soltó a
Sancho- ¿no has tenido ya suficientes falsas promesas? ¿no han sido pocos los
sinsabores de los falsos gobiernos?
-          Tienes razón Alonso , pero ya sabes que dádivas
quebrantan peñas y que la carne es débil
-         
¡Déjate de refranes y dichos Sancho! 
-          Pero la ley es buena y nos ayudará a salir de la
crisis
-          No te justifiques Sancho que esa norma  sacrifica 
a gente.
-          En beneficio de muchos.
-          Sancho amigo, tanto tiempo juntos y nada has
entendido. Me pediste que dejara las armas y que siguiera con mi labor de
desfacer entuertos y defender al débil  en el campo de la política y  con la discreción y la palabra en lugar de
con la lanza y accedí. Pero sigo siendo andante caballero, aún sin espada, y
una norma que deja  a los
desfavorecidos  indefensos en nombre de
otro interés convierte a este en espúreo, a sus redactores en malandrines  y a mí en su más encarnizado  enemigo. 
-          A por ellos entonces, pero  que sepas Alonso que nos van a destrozar,
nos  echaran a los medios encima, nos
denigrarán, nos calumniaran, oiremos….
-         Nada nuevo bajo el sol Sancho. Te mantearon, nos
golpearon en ventas y castillos,  los encantadores
mudaron apariencias y se confabularon contra nosotros, nos encerraron,
estuvimos en los campos de trabajo y cuantos penares más.  Echaran a los medios contra nosotros ¿y qué?
Hablaremos y alguno nos oirán. Sancho llevamos cuatrocientos años  hablando y nos siguen escuchando y leyendo.
-    ¡Qué así sea Alonso! Y pido al cielo que nos
sigan escuchando otros cuatrocientos años más.
